Por medio de la aflicción nos enseña muchas lecciones preciosas que sin ella nunca aprenderíamos. Por medio de la aflicción nos muestra nuestro vacío y nuestra debilidad, nos conduce al trono de la gracia, purifica nuestras emociones, nos aparta del mundo, nos hace anhelar el Cielo. En la mañana de resurrección todos diremos: “Bueno es para mí ser afligido” (Salmo 119:71 LBLA). Daremos gracias a Dios por cada tormenta. Aprendamos, en segundo lugar, que nuestro Señor Jesucristo fue realmente un verdadero
Page 96